Esta artista portuguesa del siglo XIX fue la primera en atreverse a tocar un instrumento como el violonchelo a la manera de los hombres, es decir, entre las piernas, no al costado como solían hacer el resto de violonchelistas.
Tuvo una destacada carrera como solista gracias a la formación que pudo obtener por el empeño de unos padres poco tradicionales para la época, que educaron a sus dos hijas en el gusto musical.
Guilhermina dedicó su vida a la pasión que sentía por la música que no abandonaría nunca como sí hacían la mayoría de las mujeres cuando se casaban, incluida su propia hermana.
Su presencia en el escenario era muy cuidada y usaba elegantes vestidos escotados que resaltaban con el chelo entre sus piernas, por eso aunque sus logros musicales eran evidentes, no pudo evitar algunos comentarios frívolos sobre su imagen que la consideraban «la más atractiva chelista del mundo» o una femme fatale.
Tuvo varios amantes, entre ellos el músico Pau Casals, con el que tuvo que fingir matrimonio para evitar los rumores de la época. Sin embargo, tras su ruptura nunca la reconoció y destruyó cualquier recuerdo que la uniese a ella.
Guilhermina murió en Oporto por un cáncer de hígado sin recibir una palabra de su antiguo amante.
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